En una clase de esas que dicto por qué me encanta enseñar, ante un público exigente, estábamos hablando de la importancia de amar lo que se hace. Convencida de que uno debe dedicar la mayoría de su tiempo a algo que le apasione, uno de los estudiantes me dijo que mi opinión le parecía una posición muy romántica. Reaccioné explicándole que no era por ser soñadora, sino que mi experiencia me ha demostrado que cuando se mete el corazón a lo que haces el trabajo es más eficiente, los entregables mejores y el compromiso irrefutable.
No sé qué tanto lo convencí. Al menos se quedó pensando. El tema es que también me dejó a mí la reflexión desde lo romántico, de la relación del trabajo con la pasión. Yo estoy rodeada de gente que realmente ama lo que hace y trabaja todos los días por un propósito

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