Por Julio B. Mutti *

Cuando el drama de batalla final por Berlín llegó a su fin en 1945, y finalmente Stalin permitió que sus propios altos rangos militares y los Aliados ingresaran al Búnker de Hitler, el coronel Roswell P. Rosengren , del Ejército de EE. UU., uno de los oficiales de prensa del general Eisenhower, fijó su vista en el sofá sobre el que el dictador nazi se había quitado la vida poco antes.

Instintivamente se acercó y cortó un trozo de la tela manchada de sangre y se lo llevó a casa. Ese simple acto podría tener hoy, 80 años después, un gran impacto mundial.

Por alguna razón, el trozo de sofá pasó a manos del Museo de Historia de Gettysburg en EE. UU. En el año 2019, la profesora Turi King tomó muestras de la sangre.

La doctora King, renombrada genetista mundial y qu

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