Siempre hemos admitido como muy válida la aseveración que nos indica que las palabras no son neutras; por cuanto, en cada vocablo que escogemos para dar cuenta de eventos y personas hay una marcada intencionalidad. Al parecer no hay tal ingenuidad.

Irrumpe una predeterminación; digamos, un modo adrede para atribuir significados a lo que queremos decir.

Aflora con cada término expresado un diferenciado trazo epocal.

El vocablo específico que pronunciemos reposiciona en escena un determinado tejido socio-histórico.

En el caso concreto, para hablar de una mujer deltana excepcional, Berenice Del Moral, salvamos las evasivas y excepciones. No escatimamos las más mínimas frases de halagos y elogios. Cualquier enunciado se queda pequeño y corto para expresar todo cuanto ha alcanzado, Bere, po

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