Yo sabía que los trípodes que estaban preparando los hombres de negro no eran para sostener cámaras, sino rifles. No dije nada a mi familia, por no hacerles sufrir antes de que nos asesinaran. Abrieron fuego y traté de esconderme. En mi intento por sobrevivir hallé vileza, porque vi caer a mi padre, y supe sin verlo que habían matado a los dos pequeños de mi casa. Yo no quería morir, pero tampoco ya vivir. Me he despertado, bañada en sudor, justo antes del disparo final.
Durante el asedio de Sarajevo hubo italianos, de extrema derecha y friquis de las armas, que pagaban una pasta para irse el finde a matar a mujeres, hombres y chiquillos. Por cazar niños se pagaba más. De vuelta a casa, una ducha y, el lunes, a la rutina. Italia investiga ahora semejante safari humano. El escritor que den

Granada Hoy

People Top Story
Elle
NHL Montréal Canadiens
The radio station 99.5 The Apple