Y Peñalba volvió a ser mucho más que ese pueblo bucólico coronado por la Peña Inmaculada, que lo obliga a ser uno de los pueblos más bellos de España. Sin embargo, su belleza convive con la fragilidad: la tierra que lo sostiene siempre está en la cuerda floja, caprichosa e indomable, recordándonos que este paisaje no se rinde, pero tampoco olvida. La tierra, voluble, parece querer cubrir con un velo la carretera del Valle del Silencio, quizá para acallarla o para que nadie pueda disfrutar de un paraje como este. Pero la realidad es tozuda: la carretera del Oza ha sido sepultada cientos de veces por derrumbes que parecen un recordatorio cruel de que la naturaleza no se doblega a la negligencia humana. Y la respuesta oficial ha sido un desfile interminable de estudios: primero evaluaciones,

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