La huella de carbono de largo plazo del genocidio en Gaza sobrepasa las 31 millones de toneladas de CO2 emitidas, más que Costa Rica y Estonia juntas en 2023
¿Puede la COP arrinconar el petróleo, el gas y el carbón? El primer borrador pide cortar la “dependencia”, pero sin medidas
El lema “no hay justicia climática sin la liberación de Palestina” resuena a lo largo y ancho de Belém do Pará, en el norte de Brasil. Desde que arrancó la COP30 el pasado día 10, la causa palestina atraviesa paneles, marchas, debates o ruedas de prensa. Y visibilizando otro crimen mayúsculo perpetrado por Israel en Gaza: el ecocidio. Una devastación ambiental que retroalimenta el genocidio.
En la rueda de prensa que abrió la Cúpula de los Pueblos, espacio paralelo a la COP30 por el que pasaron más de 30.000 personas hasta el domingo, los pueblos indígenas cedieron el primer turno de palabra a la activista palestina Salma Barakat, coordinadora del movimiento Stop the Wall. “Cuando hablamos de justicia climática, podemos recordar que Israel está bombardeando Gaza. Israel está destruyendo los árboles de Palestina. Israel está robando agua de los palestinos”, recordó en una entrevista a Agência Brasil.
La Coalición Palestina en la COP30, conformada por las principales organizaciones civiles palestinas y actores globales de peso, está haciendo la vida imposible a la diminuta delegación israelí en la Cumbre del Clima. El día 11 tuvo lugar una manifestación a las puertas de la Zona Azul de la ONU reservada para las negociaciones. “La hicimos fuera de la Zona Azul porque la censura de la ONU no permite citar a Israel y sus crímenes de guerra dentro”, asegura a elDiario.es una persona integrante de la Global Campaign to Demand Climate Justice (DCJ) que prefiere mantenerse en el anonimato.
Nuestras luchas nacen del mismo lugar: el derecho de existir y permanecer en el territorio. Lo que pasa en Palestina resuena en la Amazonia. Ambos enfrentamos la destrucción de nuestros territorios por la guerra, la codicia y por el extractivismo. Tenemos el mismo enemigo, el colonialismo
Para la Coalición Palestina de la COP30, la participación de Israel en las negociaciones después de que la comisión independiente de la ONU confirmara su responsabilidad en el genocidio de Gaza es inaceptable: “La principal demanda de la Coalición Palestina en la COP30 es que Israel sea excluido de las negociaciones aquí y de los foros de la ONU. Es necesario también prohibir la participación de todas las empresas cómplices del genocidio en la conferencia. También son responsables de la destrucción del medio ambiente, de la tierra y del agua en Palestina”, declaró Jamal Juma, del movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) al Observatório do Clima de Brasil.
Salma Barakat se mostró satisfecha por las acciones de la Coalición Palestina en la COP30: “Queremos que el año que viene Israel no tenga asiento en la COP. Este año vinieron con una delegación pequeña, antes eran grandes. Eso muestra el impacto de nuestro trabajo”, afirmó.
Boicot energético contra el ecocidio
La segunda gran petición de la Coalición Palestina en la COP30 es un embargo de energía a Israel, causa que cuenta ya con un fuerte recorrido internacional. La española Ana Sánchez, coordinadora de Global Energy Embargo, presente en Belém, sostiene que la liberación del pueblo palestino forma parte del movimiento global de justicia climática porque las mismas empresas que imponen el apartheid del agua en Palestina son las que niegan el derecho al acceso al agua a los pueblos indígenas. “Israel no sería capaz de sostener ni el genocidio, ni el apartheid, ni la ocupación ilegal de Palestina sin apoyo exterior y cooperación energética, desde el carbón que mantiene y sostiene toda la energía que ilumina y que sustenta toda la industria de los asentamientos hasta todo el combustible militar”, asegura.
Desde 2023, Gaza perdió el 97% de sus árboles fructíferos, el 95% de sus arbustos y el 82% de sus cosechas anuales
Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente publicado a finales de septiembre revela que Israel está provocando una verdadera devastación ambiental en Gaza. El ecocidio es un factor importante del genocidio. “Gran parte de la vegetación de Gaza ha sido destruida. Desde 2023, el enclave perdió el 97% de sus árboles frutales, el 95% de sus arbustos y el 82% de sus cosechas anuales. La producción de alimentos a larga escala es inviable. Eso ocurre mientras más de 500.000 personas en Gaza pasan hambre, y cerca de un millón están en situación de emergencia alimentaria”, recoge el informe.
La degradación del suelo es tal que ha perdido su capacidad de absorber agua y de reabastecerse con agua subterránea. “El 97% del agua está contaminada y los paneles solares han sido sistemáticamente destruidos”, aseguró al Observatorio del Clima el activista palestino Rana Harrara, de Swana Climate Sirens, en la protesta de la Zona Azul. Por su parte, la campaña Global Energy Embargo denuncia que las empresas de agua y del agronegocio son cómplices del genocidio y ecocidio al “proveer tecnología de riego y agrícola a los asentamientos ilegales de Israel”.
La Coalición Palestina en la COP30 ha compartido a su vez en Belém el resultado de un estudio académico que calcula la huella de carbono del ataque militar de Israel en Gaza. Entre octubre de 2023 y enero de 2025, las agresiones militares en Gaza emitieron 1,89 millones de toneladas de CO2. El 99% de esa contaminación climática corresponde a los bombardeos aéreos e invasiones terrestres israelíes. La huella de carbono a largo plazo superaría, según el informe, los 31 millones de toneladas de CO2, más de lo que Costa Rica y Estonia emitieron juntas en 2023. “El cielo de Gaza fue transformado en armas. Durante el genocidio se emitieron millones de toneladas de CO2”, sostiene Harrara.
Palestina indígena
La Cumbre del Clima de Belém está propiciando una nueva alianza sólida entre Palestina y los pueblos indígenas, los verdaderos guardianes del clima. Salma Barakat confiesa que cuando llegó a Brasil y escuchó a una persona indígena, lloró. “Lo que nos pasa a los palestinos ocurre en América Latina. Las grandes corporaciones y gobiernos les dicen que no tienen derecho a la tierra. Intentan echarles y les dicen que pueden vivir en otro lugar. Pero ellos creen en la conexión con la tierra, con el agua, con el aire. Nosotros también. No podemos simplemente irnos, porque tenemos una conexión con la tierra”, defiende.
La alianza de los pueblos indígenas de la Amazonia y la causa palestina también está siendo cocinada dentro de la Zona Azul de la ONU. En el panel Prácticas Coloniales de Exploración de Estrategias de Resistencia en los Territorios, Alana Manchineri, asesora internacional de la Coordinación de las Organizaciones Indígenas de la Amazonia Brasileña (Coiab), destacó la solidaridad del movimiento indígena amazónico con la lucha del pueblo palestino: “Nuestras luchas nacen del mismo lugar: el derecho de existir y permanecer en el territorio. Lo que pasa en Palestina resuena en la Amazonia. Ambos enfrentamos la destrucción de nuestros territorios por la guerra, la codicia y por el extractivismo. Tenemos el mismo enemigo, el colonialismo”.

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