Yo crecí en un mundo ingenuo, donde la mayoría de los niños podíamos ser niños sin mayores riesgos o preocupaciones. Sé que me dirán que fui una privilegiada, y sí que lo fui, pero en el presente, ser “privilegiado” es un lujo que sólo minorías se pueden dar, sin importar estrato social o económico.

Y es que en un mundo que avanza a pasos agigantados, los niños de hoy se enfrentan a una serie de vulnerabilidades que, a menudo, los ponen en el centro de un escenario de riesgos diversos. Para entender la complejidad de su situación actual, resulta útil remontarnos a décadas pasadas y observar cómo ha evolucionado su entorno y las amenazas que les acechan.

En generaciones anteriores, los niños crecíamos en un contexto en el que las interacciones sociales se limitaban en gran medida al entor

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