La Navidad siempre trae consigo una sensación especial. Es una pausa en medio del ruido, una invitación a respirar hondo y mirar a nuestro alrededor con otros ojos. Mientras el año se acerca a su final y nos vemos envueltos en cierres, reportes y urgencias, los líderes reciben una oportunidad única: volver al centro humano del liderazgo.

Durante el año hablamos de productividad, metas y eficiencia; pero en Navidad recordamos algo fundamental: lideramos personas, no tareas. Dirigir equipos en estas semanas significa acompañar emociones, expectativas y sensibilidades que se intensifican en diciembre. Y ahí comienza la verdadera esencia del liderazgo.

Navidad es un recordatorio silencioso de que liderar es servir. No se trata únicamente de orientar o exigir, sino de entender la realidad emo

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