Retrato de Elisabeth Lederer, del pintor austríaco Gustav Klimt, se vendió por 236 millones de dólares en Sotheby’s y se convirtió en la obra de arte moderno más cara jamás subastada, además de imponer récords tanto para el artista como para la propia casa rematadora.

La pintura, creada entre 1914 y 1916, era la pieza central de la colección del magnate de la cosmética Leonard Lauder. La puja comenzó en 130 millones de dólares y derivó en una disputa de 20 minutos entre seis interesados, hasta que un oferente anónimo se adjudicó la obra con un martillazo histórico.

El retrato destaca no solo por su tamaño y estimación, sino por su trayectoria: fue confiscado por los nazis tras la anexión de Austria, posteriormente recuperado por la familia Lederer —clientes cercanos de Klimt— y adquirido

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