Muchos líderes políticos y empresariales se jactan de dormir poco, pero la ciencia demuestra que lleva a tomar peores decisiones y perjudica la salud

La primera ministra de Japón, la conservadora Sanae Takaichi, causó estos días cierto revuelo internacional al conocerse que había convocado a sus asesores para una reunión a las tres de la madrugada y al confesar en una comisión legislativa que, desde que es primera ministra, sobrevive durmiendo una media de entre dos y cuatro horas diarias. “Probablemente sea malo para mi piel”, ironizó Takaichi ante los diputados de la comisión. Sin embargo, para los expertos consultados por EL PAÍS, esta confesión invita a todo menos a la broma.

Quienes alardean de dormir poco asocian este hecho con la productividad, con tener más tiempo para trabajar

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