En los últimos años, las bombas de calor de ventana han comenzado a consolidarse como una opción práctica para mejorar la eficiencia energética en viviendas urbanas. En edificios antiguos, cualquier reforma que implique intervenir en la fachada o instalar una unidad exterior suele ser complicada, costosa y limitada por normativas comunitarias. En este contexto, estos aparatos ofrecen una alternativa sencilla, colocándose directamente en el marco de la ventana sin necesidad de realizar obras.

Su versatilidad es otro de sus puntos fuertes. Funcionan tanto como calefacción en invierno como sistema de refrigeración en verano, permitiendo modernizar la climatización sin depender de equipos antiguos o instalaciones centralizadas. Esta doble funcionalidad las convierte en una herramienta flexible para quienes buscan soluciones eficientes sin renunciar al confort en cualquier estación del año.

El coste es otro factor que explica su popularidad creciente. Con precios de adquisición moderados y un consumo energético controlado, estas unidades pueden ayudar a reducir la factura eléctrica. Para quienes viven en entornos donde reformar la vivienda no resulta viable o demasiado caro, se presentan como una alternativa accesible para actualizar el confort térmico sin realizar grandes inversiones.

Qué son las bombas de calor de ventana

Las bombas de calor de ventana son sistemas de climatización que aprovechan la energía disponible en el entorno para regular la temperatura interior de una vivienda. A diferencia de los sistemas convencionales que generan calor a partir de combustibles, trasladan el calor del aire exterior hacia el interior durante el invierno, o lo expulsan hacia fuera en verano, logrando un funcionamiento más eficiente y con menor consumo eléctrico.

Su principio de operación se basa en un ciclo termodinámico en el que un refrigerante cambia de estado entre líquido y gas, absorbiendo calor de un lado y liberándolo en otro. Esto permite que la misma unidad proporcione tanto calefacción como refrigeración, adaptándose a las necesidades de cada estación sin necesidad de equipos adicionales.

Todos sus componentes —compresor, intercambiadores y circuito del refrigerante— están integrados en una única unidad compacta que se instala directamente en la ventana. Al trasladar el calor en lugar de generarlo, estas bombas pueden alcanzar eficiencias tres o cuatro veces superiores a las de sistemas eléctricos o calderas de gas, ofreciendo una solución práctica y flexible para mejorar la climatización sin obras complejas.

Cómo reducen el gasto en climatización y electricidad

El principal beneficio de las bombas de calor de ventana es su capacidad para disminuir el consumo energético y, con ello, la factura eléctrica. Al trasladar calor en lugar de generarlo mediante resistencias o combustibles, su rendimiento suele ser muy eficiente. Esto permite un ahorro continuo durante todo el año, especialmente en viviendas que dependen de la electricidad para calefacción y refrigeración.

Un análisis del  American Council for an Energy-Efficient Economy  (ACEEE) concluye que estas bombas son la opción más económica entre los sistemas de calefacción residencial que no dependen de combustibles fósiles. El estudio estima que la compra, instalación y operación de estas unidades, considerando un promedio de tres por vivienda durante 24 años, asciende a aproximadamente 12.550 € por hogar, cifra significativamente inferior a la de mini‑splits o sistemas centrales aire‑agua.

Los mini‑splits son sistemas de aire acondicionado que también pueden proporcionar calefacción y constan de dos unidades separadas: una interior (evaporador), que se instala en la habitación, y otra exterior (condensador), que se coloca fuera del edificio. En comparación con las bombas de calor de ventana, los mini‑splits implican una mayor inversión inicial, que puede alcanzar los 21.625 €, mientras que los sistemas centrales aire‑agua rondan los 19.030 €. Actualmente, fabricantes como Gradient y Midea ofrecen bombas de calor de ventana con precios entre 2.420 € y 3.290 € por unidad.

Su diseño independiente y compacto también facilita un control individual del consumo. Cada usuario puede ajustar la climatización según las necesidades reales de cada estancia, evitando despilfarros y optimizando el uso de energía. Esta autonomía resulta especialmente útil en edificios con calefacción central, donde antes el gasto se repartía entre todos los vecinos.

Aunque funcionan incluso con temperaturas exteriores bajas, su eficiencia puede reducirse en climas extremos, por lo que en algunos casos puede ser necesario un apoyo adicional. Aun así, para muchos hogares urbanos representan una alternativa práctica y económica, capaz de modernizar la climatización sin obras ni grandes inversiones.