Ni Antonio, María, Juan o Carmen. Un pequeño pueblo de la provincia de Burgos lucen con orgullo nombres como Sinforosa, Euqueria, Lupicinio, Arnulfo, Estercacia o Filogonio , entre otros. Nombres que, evidentemente, no sorprenden en nada a los propios habitantes de Huerta de Rey , una localidad de unos mil vecinos cuyos nombres sí que llaman la atención a cualquier viajero que se acerque a hablar con lugareños bautizados como Benigna, Clodoveo, Canuta, Eufronia o Ebodio . Pero la rareza o el carácter extraordinario de dichos nombres tiene una razón y un origen, conocido de sobra por todas esas personas que en nada envidian a esos otros ciudadanos con nombres de pila más comunes.

De hecho, este curioso y sorprendente pueblo, Huerta de Rey , es conocido por ostentar el mayor número de habitantes con nombres raros del mundo. Esta localidad, situada en la comarca de la Sierra de la Demanda, destaca por su peculiaridad, habiendo entrado en el Libro Guiness de los Récords por esta característica. El municipio cuenta con una población censada que ha variado en los últimos años entre aproximadamente 900 y 1.200 habitantes . Es cierto que los nombres suelen ser una seña de identidad y, a diferencia de los apellidos que se heredan, son de libre elección, reflejando a menudo el contexto del nacimiento, las modas o las situaciones socio-políticas del momento. 

Mientras que en España predominan nombres como María del Carmen y Antonio, este pueblo de Castilla y León rompe totalmente la norma del uso de nombres comunes, una fiel señal del cambio de tendencias que se han vivido en los últimos años a nivel nacional. Los nombres de sus habitantes son sencillamente de otro mundo, con una mezcla de originalidad y rareza. Entre otros dignos ejemplos de esta seña de identidad de Huerta de Rey aparecen vecinos a los que hay que llamar Digna Marciana, Respicio Godefrido, Firmo, Onesíforo, Heirónides, Hercilio, Walfrido, Gláfida o Burgundófora . Difíciles de pronunciar, en ocasiones. Pero mucho más difícil debe ser olvidarlos.

El origen de estos peculiares nombres se remonta a más de un siglo, cuando gran parte del pueblo compartía solo tres o cuatro nombres y prácticamente los mismos apellidos, como Herrero. Esta abundancia de coincidencias generaba serios problemas de identidad, complicando las labores tanto de reconocimiento de la población como de identificación, y llevando a la confusión de los carteros en el reparto del correo o en diversos trámites administrativos. Para poner fin a esta situación, el secretario del ayuntamiento, entre los años 1900 y 1930, ideó una solución. Se le ocurrió la idea de recurrir al “santoral romano” y propuso que los vecinos bautizaran a los recién nacidos con nombres de mártires cristianos, santos y beatos de la Iglesia Católica. 

La localidad, con más de medio millar de nombres insólitos, entró en el Libro Guiness de los Récords

Esta medida, un tanto innovadora, fue aceptada porque sirvió para solucionar los problemas que se generaban por tener apellidos idénticos y múltiples vecinos con el mismo nombre. De esta manera, lo que comenzó como una solución burocrática se convirtió en una tradición que continúa con el paso de las generaciones. Esta costumbre ha llevado a que Huerta de Rey haya establecido la tradición de bautizar a los recién nacidos con el nombre del santo del día. Gracias a que la asignación de este tipo de nombres “tan originales y propios” fue aceptada como algo natural por los vecinos en aquella época, la localidad cuenta a día de hoy con más de medio millar de nombres insólitos, mérito con el que entró en el Libro Guiness de los Récords .

Los habitantes de la localidad no solo no se avergüenzan de sus nombres, sino que muestran orgullo por tener algunos de los más peculiares del mundo. Les encantan sus nombres. Defienden a ultranza una tradición, por sorprendente que sea. Incluso consideran que muchos de los nombres comunes que se escuchan puertas afuera de Huerta del Rey pueden llegar a ser una vulgaridad. Otros nombres propios de la localidad, muchos de los cuales no son familiares para la gran mayoría, incluyen Quiteria, Emerenciana, Crescenciano, Dioscórides, Fredesvinda, Alpidia, Anacleta, Atolia, Arón, Hermógenes o Sicilio .

Encuentro internacional

El pequeño pueblo burgalés, convertido por méritos propios en el centro neurálgico de las personas con “nombres raros y poco comunes”, dio un paso más y convocó el I Encuentro Internacional de Nombres Raros con el lema “Con nombre propio” para resaltar esta característica tan peculiar. En esta iniciativa participaron vecinos que llevan por nombre Sindulfo, Marciana, Canuta, Onesiforo, Alpidia o Aniceto , convirtiendo por una jornada a Huerta de Rey en un punto de reunión para los que no pueden pasar desapercibidos. Los congregados, que llegaron hasta esta localidad burgalesa procedentes de múltiples lugares de toda la península, recibieron por parte del ayuntamiento un diploma acreditativo de su participación.

Todos esos ciudadanos de aspecto “ordinario” pero de nombres sorprendentes también fueron obsequiados con un libro que contiene varios cientos de nombres poco comunes inscritos en Huerta de Rey hasta 1918. El libro fue escrito por el filólogo Josep Albaigés i Olivart y la intención del consistorio era actualizarlo. En definitiva, Huerta de Rey va a seguir llevando con orgullo su distinción y va a hacer todo lo posible para que las personas con nombres raros o singulares que vivan en otras localidades puedan conocerse, ya que muchos no han tenido la oportunidad de coincidir con otros semejantes que tengan su mismo nombre, lo que resulta una experiencia muy entrañable. Por curiosa que parezca. Para estos vecinos, cuyo nombre es seña y santo de su propia identidad , el encuentro sirve para compartir vivencias y anécdotas.