A mi Manera, por Rodrigo Yescas Núñez • Cada año, el desfile cívico-militar del 20 de noviembre recorre las avenidas del país como un recordatorio solemne de la Revolución y de la fuerza del Estado mexicano. Es tradición, historia y ceremonia. Pero también es un acto que, hoy más que orgullo, despierta preguntas incómodas. Y una de ellas es inevitable: ¿sigue teniendo sentido este desfile?
Lo planteo como ciudadano y periodista, no para provocar, sino porque la realidad se impone. México descansa sobre diversos pilares que sostienen su vida democrática, pero dos de ellos han sido fundamentales desde la construcción del Estado moderno: el uso legítimo de la fuerza y la capacidad exclusiva de recaudar impuestos. Estos pilares no definen todo lo que somos, pero sí marcan la frontera entre un

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