Por Mario Luis Fuentes
En el horizonte político mexicano de los últimos siete años, el partido Morena ha buscado modelar una narrativa re-fundacional del Estado y de la Nación mexicana; un relato que pretende inscribirse en el largo linaje de los grandes momentos de ruptura nacional: la Independencia, la Reforma, la Revolución. Su discurso se presenta como la culminación de un proceso histórico que habría permanecido suspendido, inconcluso, esperando la emergencia de un sujeto político capaz de reactivar la promesa del pueblo como soberano.
Morena es un movimiento que se concibe a sí mismo como ese sujeto. Lo notable no es la pretensión -toda fuerza política moderna aspira, en alguna medida, a instalar un mito de origen- sino la manera en que el partido ha intentado habitar esa narrativi

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