La dolce vita: esclavos felices, por A. R. Lombardi Boscán
X: @LOMBARDIBOSCAN
¿Y si el real propósito de la vida es no tener propósitos? La vida animal más simple es un reflejo de la armonía.
El bienestar puede que sea una ilusión. La química de nuestro cerebro, en un instinto de sobrevivencia ya no biológica sino moral, nos desvía a ráfagas del tormento del aburrimiento y de la nada. Aunque sin mapas ni brújulas.
Es por ello que el frenetismo es la divisa de los tiempos de hoy en la aldea global bajo el predominio de lo digital.
Como el tiempo «vuela» hay que vivir con la intensidad de un desesperado. Ya el hedonismo no es el calmo disfrute de los placeres de la existencia sino una desaforada carrera de cien metros.
Descansar; no hacer nada; contemplar la naturaleza o sencillament

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