El invierno ha entrado en Asturias sin avisar. Viene portando frío, cielos cambiantes, viento afilado y luz limpia, una amalgama de elementos que han transformado el paisaje de un día para otro.

De repente, los valles, los montes altos, los caminos de costa…todo parece pintado de otro color. Las cumbres altas se cubren de blanco y parece que el monte se encoge, como si reservase las aventuras más ambiciosas para los meses más templados. Pero basta mirar un poco más abajo para descubrir que todavía quedan sendas abiertas: rutas sencillas que permiten seguir respirando bosque, aire limpio y silencio incluso cuando el frío aprieta.

Y es que, aunque haya que abrigarse más y escoger caminos distintos, el invierno es una estación ideal para el senderismo. Una época que invita a airearse buscan

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