A pocos pasos del emblemático Palacio Barolo, se encuentra el Pasaje Dr. Rodolfo Rivarola, un rincón arquitectónico único en Buenos Aires. Este pasaje, que conecta las calles Mitre y Perón, es famoso por su asombrosa simetría. Los edificios de una vereda son el reflejo exacto de los de la opuesta, creando un efecto visual impresionante.
El pasaje, que se extiende entre Bartolomé Mitre y Tte. Gral. Juan Domingo Perón, no es fruto del azar. Fue diseñado por el estudio de arquitectura Petersen, Thiele y Cruz entre 1924 y 1926. Su audaz proyecto consistió en "perforar" una manzana tradicional, dando lugar a este singular corredor. Originalmente, se le conocía como La Rural, en honor a la compañía de seguros que lo financió.
La construcción de los ocho edificios fue realizada por la empresa Geopé, reconocida por otras obras emblemáticas. Las fachadas, de estilo academicista francés, presentan balcones de herrería artística, otorgando al pasaje un aire parisino. El especialista Pablo R. Bedrossian, autor de un blog sobre la historia urbana de Buenos Aires, destaca que estos edificios adoptan el estilo Beaux Arts, muy popular en la época.
Cada uno de los bloques cuenta con locales comerciales en la planta baja y cinco pisos de altura. Un detalle notable son las elegantes cúpulas con mirador en las esquinas. La calidad de los materiales es excepcional, con pisos de mármol en las entradas y de roble de Eslavonia en los departamentos. Además, se utilizó herrería artística, pizarra importada y marcos de bronce, reflejando el lujo de la construcción.
El pasaje fue declarado Área de Protección Histórica y adoptó su nombre actual en 1957, en homenaje al abogado Dr. Rodolfo Rivarola, autor del proyecto del Código Penal de 1890. Hoy, el Pasaje Rivarola es un centro cultural que alberga el Museo de la Mujer Argentina, el Centro Cultural Enrique Santos Discépolo y la Casa Raab, famosa por la reparación de relojes antiguos.
Por otro lado, en el barrio de Parque Chacabuco, se encuentra otra curiosidad urbana: la calle Butteler, que forma una X perfecta. Esta calle, que parece una diagonal más, es un pequeño laberinto histórico que ha pasado desapercibido durante años. Conocida por su conexión con el tango y el club San Lorenzo, Butteler destaca por su diseño simétrico y sus casas bajas.
La historia de Butteler se remonta a 1907, cuando Azucena Butteler donó un terreno para construir un barrio obrero. Este proyecto, que combina funcionalidad y una organización interna particular, fue inaugurado en 1910. En 2010, la Legislatura porteña declaró la manzana Área de Protección Histórica, asegurando la conservación de su fisonomía original.
En el centro de la X se encuentra la plazoleta Enrique Santos Discépolo, un homenaje al compositor que frecuentaba la zona. La calle ha sido testigo de tradiciones barriales y ha inspirado obras literarias y musicales, como el tango "Calle Butteler". Este rincón de Buenos Aires es un testimonio de la rica historia y cultura de la ciudad.

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