El cine nos dejó una imagen muy clara: vastas llanuras, diligencias levantando polvo, duelos al sol y un horizonte interminable donde siempre aparecía un vaquero solitario. Pero detrás del nombre  “Lejano Oeste”  —ese sello mítico del género western— hay una explicación histórica muy concreta. Y sí: tiene mucho menos que ver con la brújula y mucho más con la política territorial de los Estados Unidos.

Cuando “el Oeste” era, literalmente, lo que quedaba por conquistar

Tras la Guerra de Independencia, las antiguas Trece Colonias británicas se convirtieron en los recién nacidos Estados Unidos de América. Y en ese mapa, el  río Misisipi , que baja de norte a sur como una columna vertebral, marcó un límite clarísimo:  todo lo que estaba al otro lado quedaba “al oeste”  de la nación.

A partir de entonces, ese territorio inmenso y todavía sin un dominio claro se convirtió en el gran objetivo del país: explorarlo, ocuparlo y anexarlo. Eran tierras fértiles, estratégicas y llenas de recursos… y la fiebre del oro del siglo XIX terminó de disparar el desplazamiento masivo hacia allí.

Así nació el término  “el Oeste” : no porque fuera el extremo occidental del continente, sino porque era  el “otro lado” del Misisipi , el territorio que Estados Unidos aspiraba a incorporar.

A medida que la población avanzaba hacia nuevas tierras, el mapa cambiaba… y el “Oeste” también. Lo que hoy nos parece mitad del país entonces era frontera pura, salvaje y con pocas leyes. Pero conforme se civilizaban los territorios centrales, la expresión fue evolucionando:

  • Medio Oeste  ( Midwest ): la región central del país que hoy nos parece poco “salvaje”, pero que en pleno siglo XIX era frontera viva.
  • Lejano Oeste  ( Far West ): todo lo que estaba ya cerca de la costa del Pacífico, donde los pioneros se aventuraban en viajes interminables y peligrosos.
  • Viejo Oeste  ( Old West ): el que conocemos hoy gracias al cine, las novelas y las historias de forajidos.

En otras palabras: la línea que marcaba el “Oeste”  se movía con la colonización , pero el nombre se quedó para siempre.

El western: mitología americana a base de polvo, pistolas y frontera

Las películas de vaqueros popularizaron una imagen muy concreta de ese periodo: la convivencia tensa con los pueblos nativos, los bandidos, los sheriffs, los duelos y las minas de oro. Y aunque Hollywood exageró muchas cosas (por decirlo suavemente), acertó en una idea central:

El “Lejano Oeste” era  lejos de verdad  para quienes vivían en las antiguas colonias del Atlántico. Era remoto, salvaje y desconocido. Un viaje físico y también simbólico hacia una frontera eterna donde todo estaba por hacer… para bien o para mal.

Por eso, cuando escuchas “películas del Lejano Oeste”, recuerda que ese nombre no alude al punto cardinal, sino a  un territorio que encarnaba la expansión, el peligro y la aventura en estado puro . Un lugar donde la ley llegaba tarde y donde, con demasiada frecuencia, mandaba el revólver.

La geografía era secundaria: lo esencial era la épica. Y ese mito, clave en la cultura popular de Estados Unidos, sigue vivo hoy en cada western.