En un comedor forrado de madera y retratos de académicos, bajo la luz apocada que entra por las vidrieras este sábado lluvioso, Andrei Kurkov habla de escritura, de historia y, a ratos, de la guerra en casa. El escritor ucraniano contesta preguntas sobre su carrera, la creatividad y la invasión de su país durante un coloquio organizado por la Sociedad Ucraniana de Oxford en Balliol College, el más antiguo de la Universidad. Su ensayo Our Daily War se acaba de publicar en inglés.

Andrei Kurkov sonríe al recordar el concurso ilegal de chistes en Crimea en el que participó de adolescente en sus primeros pinitos con la escritura o los cientos de cartas de rechazo de novelas que mandaba a editoriales anglosajonas intentando evadir la censura a través de Polonia. Habla de la ironía y la libertad que definen la identidad ucraniana, de la musicalidad de la lengua y del único capítulo que ha logrado escribir en un año de su próxima novela. El escritor, autor de las novelas Muerte con pingüino , Abejas grises , la recién publicada en español El corazón negro , y los ensayos con sus diarios de la guerra , todavía bromea y dice que intenta no perder el optimismo que siempre ha sentido al despertar aunque cada vez sea más difícil. 

Kurkov habla de la guerra y de lo que es renunciar a vivir con miedo aunque te cueste la vida, de cómo un amigo se pone tapones para no escuchar las sirenas que avisan de bombardeos por la noche y prefiere seguir durmiendo en lugar de tener que huir cada noche al metro. Habla del joven manitas que no se atreve a reformar el baño de un vecino en Kiev en lo que sería un buen negocio porque no quiere ir a la capital por si le reclutan. Habla de su mujer, de origen británico y que da clase de inglés gratis a niños refugiados en Canadá y en Inglaterra desde Ucrania, pero apenas puede hacerlo ya porque sólo hay dos o tres de electricidad cada día. Kurkov habla del funeral de Putin. 

En respuesta a una pregunta sobre el futuro de Ucrania y el regreso de los refugiados a su país, tal vez en paz, Kurkov contesta: “Creo que no podemos hablar de forma realista sobre el futuro de Ucrania hasta el funeral de Putin”. El escritor exhibe el humor negro habitual, pero también reconoce estar preocupado por el último movimiento de Donald Trump para imponer los términos de un plan en lo que Kurvov, como muchos ucranianos, considera una rendición ante el agresor. No cree que un acuerdo así traiga una paz duradera. Por eso dice que hasta que el presidente ruso “reciba la llamada” (de la muerte) no “quedará claro si el futuro es posible” con la certeza de que Rusia, si acepta un cese de hostilidades, no volverá a atacar.

El escritor Andrei Kurkov en un coloquio este sábado en el College Balliol de la Universidad de Oxford.

Como ha hecho a menudo durante estos últimos casi cuatro años de invasión a gran escala -llamada así para diferenciarla de la que empezó en 2014 en Crimea y el Donbás-, Kurkov recuerda la historia más reciente de Ucrania. En la audiencia, hay ucranianos, pero también británicos y otros europeos, hay profesores, estudiantes y escritores. 

“Ucrania no era post soviética antes de la invasión a gran escala. Ya era un Estado independiente, dirigido por jóvenes nacidos en los años 80 o después del colapso de la Unión Soviética, que estudiaron en el extranjero. Varios millones de ucranianos vivían y trabajaban en Portugal, la República Checa, España, en todas partes... y regresaban a casa. Desde los primeros años de los 2000, trajeron valores y principios europeos”, dice Kurkov. “Entonces, ¿qué pasará después de la guerra, cuando regresen algunos de los refugiados? No regresarán con mucha energía para cambiar las cosas. Regresarán con una experiencia muy triste, con muchos sentimientos amargos. Y creo que tendremos un problema con los que regresan del extranjero, así como con los soldados que regresan del frente. Es decir, será imposible regresar a casa por completo”.

Pero también dice que, como escritor que disfruta imaginando, puede pensar en un futuro distinto, en el que también lleguen a Ucrania personas de todo el mundo con una nueva energía para reconstruir el país. “Pero esto sólo ocurrirá cuando acabe la guerra y estemos seguros de que Rusia no la reanudará, independientemente de las garantías dadas por Trump”, dice Kurkov, que subraya, en particular, que los 28 puntos del “supuesto plan de paz” no mencionan que Rusia modifique su Constitución y excluya territorios ucranianos que ha incluido en ella como parte de su país, como las regiones Jersón y Zaporiyia. Kurkov cree que si el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, firma ese acuerdo, Putin volverá a atacar diciendo que quiere “liberar sus llamados nuevos territorios”.

Teatros llenos, cafés con vacantes

Como muchos ucranianos, Kurkov habla del plan de Trump elaborado en coordinación con el Kremlin como una “capitulación” y cree que sus compatriotas no aceptarán algo así. También cuenta el agotamiento de la guerra, con bombardeos cada vez más frecuentes y un invierno negro por delante sin electricidad.

En Kiev, describe un panorama de ataques continuos y a la vez un intento de seguir la vida con cierta normalidad. “Los teatros están llenos. Es imposible comprar entradas para muchas funciones teatrales”, explica a elDiario.es. “Los cafés están llenos, pero los restaurantes están a punto de cerrar. Algunos de ellos debido a la decisión de Zelenski de permitir que los jóvenes de hasta 23 años salgan del país. Así que son más de 100.000 jóvenes los que han abandonado el país en los últimos dos meses… Hay muchas vacantes y poca gente dispuesta a cubrirlas. El otro problema es que todavía hay mucha gente que evita la movilización, que no quiere ir al ejército ni escapar del país. Viven en su casa, en los pueblos”.

También dice que los escándalos de corrupción de ministros del Gobierno de Zelenski han hecho mella y cada vez hay más comentarios negativos en redes sociales. Incluso ante su sombrío discurso de este viernes , desgranando el dilema imposible de perder “la dignidad” o el apoyo de Estados Unidos. “Claro que las redes sociales no reflejan la sociedad. Son sólo una minoría muy activa la que crea la imagen de algo que está sucediendo. No significa que esté sucediendo en realidad. Pero leí lo que escribió mucha gente que conozco personalmente, y el discurso no les impresionó”, dice el escritor.

La identidad ucraniana

Pase lo que pase en los próximos meses, Kurkov cree que los rusos no podrán dominar a los ucranianos, que han tenido una experiencia muy diferente desde hace siglos, sin la marca de la autoridad del imperio, y no callarán. De hecho, recuerda que la capacidad de crítica constante es una de las señales históricas que siempre ha diferenciado a los ucranianos de sus vecinos rusos. “Tradicionalmente, los ucranianos no aprecian a sus líderes ni respetan sus normas. Y normalmente no temen ser muy críticos ni groseros con ellos”, dice.

A menudo, le preguntan por la identidad ucraniana para alguien como él, que nació en 1961 en Leningrado, en la antigua Unión Soviética, aunque ha vivido la mayor parte de su vida en Kiev, y ha escrito en ruso, en ucraniano y en inglés. Ha debatido con otros escritores ucranianos sobre el uso de la lengua -él defiende que el ruso ucraniano debería tener su propia academia para que quedaran claras sus particularidades- y sobre la historia de la literatura, de Mijáil Bulgákov a Nikolai Gógol, cuestionados por algunos escritores y activistas ucranianos.

En el coloquio en Balliol, una ucraniana que dice haberse sentido avergonzada de que su lengua materna fuera el ruso, le pregunta cómo conciliar las identidades con la agresión actual. “En primer lugar, no se puede borrar nada de la historia. Y, si lo intentamos, nos comportamos como rusos. Si no queremos ser como los rusos, siempre debemos revisar lo que hacemos. Porque inconscientemente repetimos patrones que prevalecieron durante muchos años”, dice Kurkov. “Para mí, ser ucraniano significa valorar la libertad por encima de la estabilidad y el dinero, ser independiente, no tener miedo de decir lo que uno quiere decir”.

“Todos tenemos una identidad política ucraniana. La etnia no juega un papel tan importante. De hecho, para muchos ucranianos, el origen étnico no es importante”, explica el escritor. “Basta mirar a los afroucranianos, viven en Ucrania y hablan ucraniano. Hay músicos de todo el mundo que cantan en ucraniano. Y los ucranianos están orgullosos, lo que significa que, en realidad, somos una sociedad normal”.

Kurkov pone como ejemplo para Ucrania a Francia por la idea de nación política donde viven bretones, occitanos, vascos y magrebíes, todos franceses. Y recuerda que Kirill Dmitriev, el ahora negociador de Putin, nació en Kiev, “pero él es obviamente ruso desde el punto de vista político”. 

Los misterios de Kiev

Como muchos escritores, Kurkov, que fue guionista y periodista, se ha concentrado desde 2022 en contar la guerra y contar la historia de Ucrania. Pero ahora también intenta volver a escribir ficción.

Hace más de un año que empezó su cuarta novela histórica que es parte de la serie sobre un joven investigador en Kiev durante el régimen bolchevique en 1919 y la inestabilidad de los años siguientes (la segunda novela acaba de publicarse en español). La cuarta está ambientada en la capital en 1921, durante la invasión del ejército polaco. El escritor dice que sólo ha completado el primer capítulo, pero ahora se ve con más fuerzas para seguir.

“Todavía no hay un segundo capítulo. Pero me esforzaré y escribiré ficción. Lo que me ha pasado a mí y a mucha gente en Ucrania es que hemos aceptado la guerra como una realidad cotidiana”, cuenta. “Si voy a un café, cuando suenan las sirenas, sé voy a pedir un café americano con leche y me sentaré allí, al lado de la ventana. O, si hay explosiones, me alejaré de la ventana, tomaré el café y miraré las noticias. A estas alturas, ya conoces todas las reglas necesarias para sobrevivir... La gente no puede tener miedo a la guerra durante mucho tiempo”.