Se cumplieron 50 años de la muerte del dictador Franco. Momento para revisar la transición española a la democracia, y para encontrar claves que nos pueden ayudar a entender algunas cosas que suceden del otro lado del océano medio siglo después.

En los últimos años del franquismo, su movimiento estaba dividido, de manera soterrada y a la vez visible, en dos facciones: el llamado “búnker”, que pugnaba por mantener “el espíritu del 18 de julio” (es decir, la férrea inmovilidad del régimen clérico-fascista) y los aperturistas, que entendían la necesidad de un proceso democratizador que diera cauce a la fuertes tensiones sociales del momento y facilitara la apertura de España hacia el resto de Occidente.

El escogido de Franco para la jefatura de gobierno, en su lógica de “dejar todo atado y

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