Ciudad Universitaria, ciudad fantasma. Lo que un miércoles a primera hora de la mañana debería ser una avenida en pleno bullicio, hoy se ha convertido en un desértico paisaje. Apenas pasan una decena de estudiantes a la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), donde les espera un piquete informativo organizado por la plataforma Por Pública. Para entrar, deben responder a una pregunta: “¿Sabes cuánto porcentaje del PIB destina la Comunidad de Madrid a sus universidades públicas?”. No llega al 1%. Así que la segunda pregunta, les sale sola: “Entonces, ¿qué haces aquí?”.
Varios piquetes como este han repetido la escena durante la primera hora de la mañana en varias facultades, haciendo un recorrido que cada vez unía a más estudiantes organizados y a algunos profesores y personal de las universidades. A su llegada a la Facultad de Historia y Geografía de la Complutense, mientras empezaban un recorrido por sus pasillos, gritaban: “¡Hoy hay huelga, hoy no hay clase!”. Pero sus cánticos se han interrumpido por un compañero. “¡No hay nadie! Nos damos la vuelta”. No había ni un alma. No hay que convencer a nadie de que salga de clase porque la huelga “ha sido un exitazo”, celebra Miguel Sevilla, estudiante en la Complutense y uno de las decenas de alumnos que forman los piquetes. “No hay nadie dando clase. Solo han habilitado un aula para los alumnos que quieran ir a estudiar. Hemos ido a decirles que es muy importante estudiar hoy, porque hay que aprobar, pero es todavía más importante hacer la huelga, porque si no no vamos a poder estudiar mañana”, añade.
Él asegura que en su facultad, Derecho –una de las menos movilizadas– solo cinco profesores daban clase este miércoles. La Biblioteca María Zambrano, la más grande de toda la Complutense y conocida por abrir fines de semana e incluso durante toda la noche en época de exámenes, está cerrada. Ciencias de la Información, la facultad en la que se graduó y que galardonó a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, con el título de 'Alumni Ilustre' repite el patrón: ni alumnos fumando en la puerta, ni coches ocupando el parking. Vacía. En Matemáticas, a medida que el piquete avanzaba por el pasillo, instaba a los pocos que todavía se resistían a unirse a la huelga a hacerlo. A su paso, algunos profesores cerraban la puerta de sus clases, apurados. Uno de ellos, se asomaba para interrumpir a los manifestantes: “Eso díselo al Gobierno central, hablad de vivienda, hablad de sueldos”. Detrás, su clase estaba medio vacía.
Fuera, delante de la Facultad de Físicas, un grupo de trabajadores del centro tomaba café. Solo uno de ellos, Jesús Navarro, ha accedido a hablar. Es investigador, se dedica a una de las áreas más precarizadas de las universidades públicas madrileñas: “Hay problemas económicos en gestión de proyectos, de sueldos, de pago a profesores e investigadores, y es verdad que los recortes en investigación afectan a estos proyectos y estos contratos”. De hecho, él tiene un contrato predoctoral de investigación que “contempla el pago de la matrícula” de su doctorado por parte de la universidad, pero asegura que se ha visto obligado a adelantar ese dinero de su propio bolsillo. No hace huelga –aunque sí que acudirá a la manifestación del próximo jueves– porque “perder dos días de investigación repercute mucho a la hora de [su] investigación”. “No puedo permitirme dos días de no trabajar, hay fines de semana en los que me toca trabajar también”, añadía.
El futuro de la pública: “Privatización encubierta y un control ideológico”
Rosana Díaz y Diego Núñez son bibliotecarios. Esta mañana caminaban junto a las decenas de estudiantes que se dirigen a la Escuela de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) para movilizar a más alumnado. “Trabajo aquí, me he educado aquí en esta misma universidad y no queremos que nos cuelen una ley que va a suponer una privatización encubierta y un control ideológico por parte de la Comunidad de Madrid. La universidad tiene que ser el sitio del pensamiento libre”, defendía la primera. El segundo, subrayaba que “una de las mejores bibliotecas universitarias también está en riesgo. Es una cosa que no puede privatizarse”.

El curso pasado, un suceso penoso reflejaba el estado de las públicas en Madrid: La biblioteca de Filosofía, en la Complutense, dejaba de comprar libros por falta de presupuesto. Recordando este episodio, Díaz dice: “Todas hemos sufrido recortes. Se ha publicado el caso de Filología, pero hemos sido todas”.
Cuando llegaban con más apoyos a las puertas de la Escuela de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica, el piquete se ha encontrado con una escena muy diferente a la que se vive en la Complutense. El centro mandó un escrito al alumnado en el que aclaraban, en mayúsculas y en negrita: “NO HAY PARO ACADÉMICO DECLARADO EN LA UPM”, a diferencia de la UCM, donde sí se ha declarado un paro oficial.
El contraste se notaba este miércoles. La cafetería no estaba tan llena como siempre, pero tampoco había demasiada diferencia, según los estudiantes. En las aulas, más de lo mismo. Muchos observaban desde los laterales de los pasillos y soltaban risas nerviosas cuando el piquete gritaba al unísono: “Tú que estás riendo, también te están jodiendo”. Un grupo de alumnas se explicaban: “Nos dijeron que podíamos tener prácticas con nota y que no se suspendían las clases”. “La biblioteca está cerrada, pero las clases siguen. Muy poca gente ha faltado por la huelga”, aseguraba una de ellas, Julia. “Me parece bien para reivindicar nuestros derechos, pero si se hace que se haga bien, que no tengamos clases”, ha concluido.

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