Antes se pensaba que el cambio de mando en un país se daba fácilmente y que no era sino reemplazar las empolvadas fotografías del líder de turno colocadas en escuelas y entidades públicas por las del nuevo mandatario en actitud heroica con la bandera nacional de fondo y en ocasiones acompañado de su esposa, hijos, nietos o mascotas.

Incluso en un período más corto que largo, un régimen autoritario va penetrando sigilosamente en todos los poderes del Estado, incluyendo el Judicial y el Legislativo. Pero también en las fuerzas armadas, en el magisterio, en los medios, en las iglesias, en los sindicatos y en las empresas. Mejor dicho, en todo. Los servicios de inteligencia siempre han sido la llave maestra de ese proceso: desde Chile hasta Cuba, para no mencionar a otros países.

En el caso

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