En décadas de guerra contra grupos terroristas e insurgentes, el ejército y las agencias de espionaje de Estados Unidos aprendieron que, para acabar con una red, primero tenían que entenderla.

Eso a menudo implicaba detener a personas de bajo nivel que pudieran llevar a personas más importantes.

Aunque Estados Unidos tuvo éxitos, también cometió errores, a veces al alcanzar el objetivo equivocado o causar daños colaterales y molestando a poblaciones locales y creando más adversarios de los que se eliminaban.

Como consecuencia de esos errores, Estados Unidos se esforzó por crear expedientes de inteligencia detallados para que los funcionarios civiles que aprobaban los ataques pudieran tener confianza en quién estaba siendo atacado y ver con mayor claridad las posibles consecuencias no de

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