Escuchar al cuerpo es un acto de compasión y prevención.
En un país donde las cifras de mortalidad parecen hablar más fuerte que las historias personales que las sostienen, el Día Mundial de la Compasión llega con un recordatorio inesperado y urgente: el cuerpo también merece ser escuchado. No como una máquina que falla, sino como un territorio vivo cuya primera forma de cuidado es la atención.
El principio de ahimsa —“no dañar”— dio origen a esta conmemoración internacional. Pero en México, donde casi la mitad de todas las muertes anuales están asociadas a enfermedades que pudieron detectarse o atenderse a tiempo, ese llamado adquiere un significado distinto: no dañar también implica no ignorar.
La compasión como acto íntimo
Durante décadas, la compasión se entendió como un gesto haci

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