Hay plantas que decoran un ambiente y otras que directamente se adueñan de él, en el mejor de los sentidos. La glicina pertenece a este grupo: no se conforma con aportar un toque de color, sino que transforma por completo la escena .

Cuando sus racimos lilas empiezan a caer como cortinas suaves y el perfume dulce se mete por todos los rincones, el espacio deja de ser un simple patio o una terraza y pasa a ser un lugar con carácter propio, casi una postal.

La glicina, conocida también como wisteria, pertenece a la familia de las leguminosas. En su versión adulta desarrolla tallos leñosos y un crecimiento en espiral que le permite abrazarse a cualquier soporte : pérgolas, columnas, rejas o mallas metálicas.

Sus flores son su marca registrada. Caen en racimos largos -a veces de más

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