Es frecuente escuchar en el debate público a los distintos referentes políticos defender sus respectivas perspectivas económicas las cuales, entre otros beneficios, generarían un aluvión de inversiones extranjeras sin precedentes (como si ese fuera el objetivo principal de cualquier programa económico). Tal es el caso de las promesas libertarias del actual gobierno nacional; sin embargo, después de casi dos años de gestión, dichos capitales prometidos brillan por su ausencia. Esto se debe a que, las políticas que pregona la ortodoxia fomentan más los ingresos de capitales bursátiles (mediante toma de deuda por emisión de bonos y/o letras) que de inversión extranjera directa (IED) a pesar de los colosales beneficios que garantiza el RIGI.

Es menester realizar ciertas consideraciones sobre

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