El VIH y el Sida suelen confundirse, pero no son sinónimos. Uno es un virus, el otro una fase avanzada de la infección . Entender esta distinción no sólo ayuda a combatir la desinformación, sino que también permite comprender por qué el diagnóstico temprano y el tratamiento actual han transformado la vida de millones de personas. Hoy, con la terapia adecuada, vivir con VIH puede equivaler a vivir con una enfermedad crónica controlada, sin progresar nunca al Sida.
Las vacunas contra el VIH avanzan más despacio de lo que la ciencia desearía, pero hoy se encuentran en un punto más prometedor que hace una década. Tras años de ensayos que no lograron la protección necesaria, nuevos enfoques - desde plataformas basadas en ARN mensajero hasta vacunas diseñadas para entrenar al sistema inmunitario contra las regiones más estables del virus- están abriendo caminos antes impensables . Aunque todavía no existe una vacuna eficaz para uso general, la investigación progresa con una combinación de precisión molecular y esperanza calculada, sostenida por ensayos en fase temprana que buscan, por fin, frenar un virus extraordinariamente cambiante.
Qué es el VIH
El VIH ( Virus de la Inmunodeficiencia Humana) es un virus que ataca específicamente al sistema inmunitario, en concreto a los linfocitos CD4, las células encargadas de coordinar las defensas del organismo. Su transmisión se da principalmente a través de relaciones sexuales sin protección, sangre infectada o de madre a hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia.
El VIH no muere de inmediato ni destruye el sistema inmunitario de un día para otro. Es un proceso pausado y silencioso que puede durar años si no se trata. Durante ese tiempo, el virus se multiplica y reduce la capacidad del cuerpo para responder a infecciones.
Los avances científicos han permitido que una persona diagnosticada hoy y tratada correctamente pueda llevar una vida completamente normal, tener hijos sin transmitirles el virus y, además, reducir la carga viral hasta hacerla indetectable , lo que implica que no transmite el VIH (principio Indetectable- Intransmisible).
Qué es el SIDA
El Sida (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) no es un virus, sino la fase más avanzada de la infección por VIH . Se considera que una persona ha desarrollado Sida cuando su sistema inmunitario ha quedado tan debilitado que aparecen infecciones oportunistas o ciertos tipos de cáncer que el organismo sano suele controlar sin dificultad.
Para diagnosticar Sida, generalmente se tienen en cuenta:
Un nivel muy bajo de linfocitos CD4.
La presencia de enfermedades graves como neumonía por Pneumocystis jirovecii, sarcoma de Kaposi o toxoplasmosis cerebral.
Es importante remarcar que, en países con acceso a tratamiento antirretroviral, la mayoría de las personas con VIH nunca desarrolla Sida. El diagnóstico precoz y la terapia diaria permiten mantener el virus a raya y evitar que el sistema inmunitario se deteriore.
Cuál es la diferencia entre VIH positivo y VIH negativo
Ser VIH positivo significa que una prueba ha detectado la presencia del virus en el organismo. Esto no implica tener Sida ni estar enfermo de forma visible. Simplemente confirma la infección. Con tratamiento adecuado, una persona VIH positiva puede mantener el virus indetectable , llevar una vida plena y no transmitirlo a otras personas.
Ser VIH negativo, en cambio, significa que la prueba no ha detectado el virus. Sin embargo, si la posible exposición al VIH ha sido reciente (menos de a 3 a 12 semanas), es necesario repetir la prueba debido al periodo ventana, el tiempo que tarda el organismo en generar anticuerpos detectables.
Tratamientos VIH
El tratamiento del VIH se basa en la terapia antirretroviral (TAR) , un conjunto de medicamentos que impiden que el virus se multiplique. Al frenar esa replicación, la carga viral desciende hasta volverse indetectable, lo que protege el sistema inmunitario y evita la progresión al Sida.
Hoy, gracias a la TAR, vivir con VIH significa vivir con una enfermedad crónica controlada, con una esperanza de vida prácticamente normal.
Tipos de medicamentos antirretrovirales
Los fármacos se combinan en regímenes de 1–2 comprimidos diarios. Las principales familias son:
1. Inhibidores de la integrasa (INSTI)
Son los tratamientos más utilizados hoy por su eficacia y buena tolerancia.
Ejemplos: dolutegravir, bictegravir, cabotegravir.
2. Inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de nucleósido (ITIN)
Forman la columna vertebral del tratamiento.
Ejemplos: tenofovir (TAF/TDF), emtricitabina, lamivudina.
3. Inhibidores de la transcriptasa inversa no nucleósidos (ITINN)
Una opción en combinaciones específicas.
Ejemplos: efavirenz, rilpivirina.
4. Inhibidores de la proteasa (IP)
Eficaces, aunque menos usados como primera opción por más efectos secundarios.
Ejemplos: darunavir, atazanavir.
5. Inhibidores de entrada o fusión
Bloquean la entrada del virus en las células. Se emplean cuando otras opciones no funcionan.
Ejemplos: enfuvirtida, maraviroc.

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