La mesa en la que Ana Merino espera a que pasen los periodistas podría ser sacada de algún aula educativa, pues sobre ella hay un estuche, lápices de colores y un sacapuntas. Tal y como si en un examen de plástica se encontrara, está dibujando en la primera página del libro que le otorgamos una orquídea, ya que en «El camino que no elegimos» tiene una especial importancia. También es probable que se sienta inspirada por el ambiente floral de la Biblioteca Eugenio Trías del Retiro, pues la conversación mantenida y convertida ahora en microrrelato, con el debido respeto a los profesionales de la narrativa, transcurrió en ella.

Su , como ya es sello de la casa, presenta una coralidad de personajes interconectados entre sí. «Nuestras vidas son corales, no estamos solos. Me gusta dial

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