En un año donde la tauromaquia necesitaba argumentos para mirar hacia delante, ha tejido algunos de los más convincentes. Su temporada 2025 no se midió solo en orejas y Puertas Grandes –aunque las hubo–, sino en voluntad, versatilidad y capacidad para transformar el toreo en una plataforma que llega más allá de las plazas. Primero fue el toreo, por supuesto: en Castellón, en Sevilla, en Madrid, en Granada. Donde muchos podían dudar, él colocó la muleta con firmeza. Fueron tardes de temple, de riesgo, de toreo pensado desde la estética y la pureza. Ese equilibrio entre forma y fondo, entre el valor de ponerse en el sitio y la mirada que hay detrás, ha consolidado su estatus como torero de culto. «En los momentos duros te traiciona el síndrome del impostor», confesaba en una . Por eso, c

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