Hay dolores que se ven y dolores que no. En una sociedad cada vez más informada sobre los diferentes tipos de violencia, todavía existe una herida silenciosa que muchos prefieren no mirar, la violencia psicológica. No golpea la piel, no deja hematomas ni fracturas, pero rompe algo mucho más profundo. Y quienes la han sufrido lo saben bien, es un dolor que te quita la voz, que te obliga a sobrevivir en un mundo que ya no reconoces como tuyo.

Cuando hablamos de violencia, solemos imaginar el golpe físico, el grito o el empujón. Pero la violencia psicológica opera de otra manera, es lenta, insistente, casi invisible. Se alimenta de pequeñas humillaciones, comentarios hirientes, silencios calculados, desprecios cotidianos o manipulaciones que se repiten hasta desgastar cualquier resquicio de

See Full Page