La batalla de 18 meses de duración, ahora en su fase final, ha dejado en ruinas esta ciudad ucraniana de importancia estratégica
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Durante una época, Pokrovsk fue un refugio, una ciudad ucraniana en auge durante la guerra debido a su posición estratégica en el este, a 48 kilómetros del frente. Pero eso fue antes del verano de 2024, cuando un rápido avance ruso sumió a este núcleo industrial en un conflicto devastador, un duelo que solo ahora llega a su fin.
La batalla de 18 meses por Pokrovsk resume el estado actual de la guerra en Ucrania: una lucha de desgaste en la que los avances graduales de Rusia se han logrado a un costo humano extraordinario. Aunque demuestra que Moscú no puede capturar fácilmente las zonas urbanas, los combates también han agotado a Ucrania y las consecuencias están emergiendo en otros lugares.
Tal ha sido el nivel de destrucción que Pokrovsk ya ni siquiera tiene importancia estratégica. Su población ha quedado diezmada, su industria destruida y sus rutas de suministro desviadas. En cambio, se ha convertido en un cruento indicador ahora que se reanudan las negociaciones de paz.
“Hay argumentos militares bastante sólidos para que Ucrania ceda terreno”, dice Nick Reynolds, analista de guerra terrestre del think tank Royal United Services Institute. “Pero, desde el punto de vista político, Ucrania reconoce que ceder territorio no detendrá necesariamente la guerra. Ceder territorio significaría librar las mismas batallas en un terreno diferente”.
Pokrovsk, una ciudad industrial con una población que antes de la guerra era de 60.000 habitantes y bloques de apartamentos comunistas de cinco pisos en su centro, ya era importante antes de la invasión rusa. Una mina situada a 10 kilómetros al oeste era el mayor proveedor de carbón de coque, una materia prima esencial para el proceso de fabricación del acero, en la Ucrania posterior a 2014. Con una producción de seis millones de toneladas al año, daba trabajo, junto con otra mina, a 10.000 personas.
El auge
La población abandonó rápidamente la ciudad después de que Rusia lanzara su ofensiva a gran escala en febrero de 2022. Pero mientras los invasores arrasaban el sur y el este de Ucrania, las líneas de antes de la guerra se mantuvieron en Avdivka, 48 kilómetros al sureste. A medida que las líneas del frente se estabilizaban en otros lugares, la ubicación de Pokrovsk la convirtió en una ciudad de importancia estratégica.
Su estación de tren se convirtió en un centro de distribución para la región, mientras que sus carreteras eran la principal conexión entre la ciudad central de Dnipro y Kramatorsk y el cinturón de fortalezas de Ucrania en la provincia de Donetsk, lo que permitía el avance de tropas y suministros, y el traslado de heridos por la noche.
La ciudad cobró impulso gracias a toda la gente que llegaba
En el verano de 2022, Pokrovsk se convirtió en una bulliciosa base en la retaguardia, que incluso permitía un toque de queda a las 19:00 horas, con una población similar a la de antes de la guerra. El Hotel Druzhba, de estilo soviético, se llenó de soldados fuera de servicio y sus parejas, así como de trabajadores humanitarios, instructores militares y periodistas.
“La ciudad cobró impulso gracias a toda la gente que llegaba”, dice Oleksandr Nesterenko, activista de Pokrovsk. Un apartamento que antes de la guerra podía costar 100 dólares (86 euros) al mes “en el pico de 2023 costaba entre 350 y 600 dólares (300 y 515 euros)”, dice, y las tiendas que vendían equipo militar surgían “aparentemente cada tres metros”.
Eso comenzó a cambiar en agosto de 2023. Unas semanas antes se había difundido una advertencia de que los rusos estaban atacando los hoteles de primera línea. El 8 de agosto, dos misiles Iskander impactaron en un bloque de apartamentos cerca de Druzhba, con un intervalo de unos 40 minutos entre uno y otro, en un aparente intento de matar o mutilar a quienes respondían al ataque inicial. Siete personas murieron.
Para los periodistas, Pokrovsk se convirtió en un lugar de paso. Su economía había comenzado a cambiar con un puñado de mujeres que asumían trabajos tradicionalmente masculinos en las minas de carbón. Pero fue la caída de Avdivka en febrero de 2024 (causada en parte por la suspensión de la ayuda militar por parte del Congreso de Estados Unidos) lo que provocó un cambio dramático.
El acecho ruso
En los seis meses siguientes se produjo un avance ruso relativamente rápido, a través de líneas traseras mal defendidas, y en agosto los invasores llegaron a menos de 11 kilómetros al sur de la ciudad. Se ordenó a los civiles que evacuaran. Cuando The Guardian visitó la ciudad en agosto de 2024, se estaban empaquetando los libros de la biblioteca y retirando los letreros de las tiendas. Poco a poco, la mayoría de los residentes abandonaron sus hogares y sus vidas.
Se esperaba que Pokrovsk cayera en cuestión de semanas, pero no fue así. La incursión sorpresa de Ucrania en Rusia, también en el verano de 2024, alivió en parte la presión sobre el sector, mientras que los defensores se organizaban mejor. El Ejército ruso, incapaz de tomar la ciudad directamente, comenzó lo que resultó ser un semicerco gradual, superando finalmente en número a los defensores en una proporción de ocho a uno, según declaró el mes pasado el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.
Ucrania se encuentra en una situación muy difícil, aunque es un país grande y solo está perdiendo territorio lentamente. Mientras tanto, incluso si Rusia sigue avanzando, no está claro hasta qué punto sus civiles soportarán en el futuro el número de reclutados y muertos
Las fuerzas rusas se centraron en gran medida en localizar y eliminar a las tripulaciones de drones FPV (vista en primera persona) ucranianos con sus unidades de drones Rubicon, logrando el dominio aéreo en verano y atacando las rutas de suministro restantes cubiertas por redes antidrones en el norte. La rotación de fuerzas y la evacuación de heridos se hicieron cada vez más peligrosas, lo que dejó a los defensores agotados. La escasez de artillería ucraniana debilitó aún más la posición defensiva.
Nesterenko abandonó su apartamento en Pokrovsk en otoño de 2024, pero regresó, a pesar de los crecientes riesgos, durante unos meses para ayudar a la gente de la ciudad. Su última visita fue en marzo de este año. La forma menos peligrosa de entrar en Pokrovsk era a pie, ya que un coche era un objetivo demasiado obvio para un dron FPV; el sonido de las explosiones, añade, era constante.
“En ese momento todavía había una tienda abierta, una tienda de artículos de todo tipo, que tenía internet Starlink y un generador, por lo que aún se podía pagar con tarjeta”, dice. “No quedaba ningún joven. Todos los clientes tenían 50 años o más, y ninguno de ellos se inmutaba ni se agachaba cuando había una explosión cerca. Estaban tan acostumbrados que no reaccionaban de ninguna manera, era muy llamativo”.
La fase final
La mina de carbón de coque cerró en enero y sus túneles se derrumbaron deliberadamente. Al no tener un mantenimiento activo, la mina se ha inundado. La última tienda cerró en agosto. Se estima que unos 1.200 civiles viven en Pokrovsk y 900 en la cercana Myrnohrad, la mayoría a la espera de los rusos, mientras que Nesterenko señala que la ciudad es “una ruina total. No tiene gas, ni agua, ni electricidad, ni calefacción”.
Los soldados rusos comenzaron a infiltrarse de uno en uno, de dos en dos y en pequeños grupos, para evitar los ataques con drones, a partir de octubre, aprovechando cada vez más el clima lluvioso o brumoso del otoño para esconderse de los aparatos no tripulados. Su objetivo era aislar la ciudad, aunque una espectacular incursión de helicópteros de las fuerzas especiales ucranianas a finales de octubre desbloqueó una ruta de salida.
Mientras tanto, los infiltrados rusos siguen llegando: a pie, en moto, incluso en camionetas. Un grupo más numeroso, pero igualmente irregular, apodado “el convoy Mad Max”, apareció en un vídeo el 10 de noviembre, emergiendo bajo la cobertura de la niebla. Su objetivo era acumularse en Pokrovsk, antes de encontrar y atacar las posiciones ucranianas.

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