Dormir bien siempre ha sido un acto de autocuidado, pero pocas veces pensamos en ello como una parte activa de nuestra . Y, sin embargo, lo es. Hay algo profundamente revelador en descubrir que no solo influyen los productos que usamos o cómo tratamos nuestra piel durante el día, sino también lo que hacemos —y lo que no— mientras dormimos. Cada postura, cada noche sin descanso reparador, cada vez que olvidamos desmaquillarnos, deja una huella silenciosa que con el tiempo se hace visible: líneas más marcadas, arrugas que se fijan, flacidez, tono apagado.

Porque sí: tu piel también duerme. O, mejor dicho, necesita que tú duermas bien para poder repararse. Y cuando eso no ocurre, el envejecimiento se acelera. Raquel González, cosmetóloga y creadora de Byoode, lo resume de forma tajante:

See Full Page