Abordar un virus infantil común, en concreto el virus BK , podría abrir la puerta a la prevención del cáncer de vejiga , según una nueva investigación de la Universidad de York (Reino Unido).

El estudio, publicado en Science Advances  por el doctor Simon Baker y sus colaboradores de la Universidad de York, sugiere que un virus que la mayoría de las personas contraen en la infancia puede desencadenar el tipo de daño en el ADN que puede conducir al cáncer de vejiga más adelante en la vida.

E l cáncer de vejiga es un tumor que se origina en las células que recubren la parte interna de la vejiga, el órgano encargado de almacenar la orina. Es uno de los cánceres urológicos más frecuentes y suele manifestarse en forma de sangre en la orina (hematuria), aunque también puede provocar dolor al orinar, necesidad urgente de micción o infecciones urinarias recurrentes. La gran mayoría de los casos son carcinomas uroteliales, un tipo de tumor que se desarrolla en el epitelio que tapiza las vías urinarias.

El principal factor de riesgo es el tabaco, responsable de hasta la mitad de los casos, ya que las sustancias tóxicas del humo se eliminan por la orina y dañan de forma directa las células de la vejiga. También influyen la exposición laboral a ciertos productos químicos, infecciones urinarias crónicas o antecedentes personales del tumor . Su pronóstico depende del grado de invasión: los tumores superficiales suelen tener buen control si se tratan a tiempo, mientras que los invasivos requieren tratamientos más complejos como cirugía, inmunoterapia o quimioterapia. Detectarlo pronto es clave para mejorar la supervivencia.

En estudios de laboratorio realizados con el tejido humano que recubre el tracto urinario (urotelio), el equipo observó patrones de daño en el ADN causados por las defensas antivirales de las células tras la exposición controlada al virus BK, la infección infantil identificada previamente como latente en el riñón. En esta lucha contra el virus BK, el fuego amigo  de las enzimas diseñadas para dañarlo puede causar daños colaterales en el ADN de las propias células. Esta evidencia respalda la teoría de que la propia respuesta antiviral de un individuo a la infección por el virus BK causa las mutaciones del ADN que pueden provocar cáncer.

Simon Baker relata: «En otros tipos de cáncer relacionados con virus, como el cáncer de cuello uterino, sabemos que el ADN del virus se combina con nuestro propio material genético para impulsar el desarrollo del tumor. Nuestros resultados han demostrado que, en la vejiga, la respuesta defensiva del tejido al virus provoca cambios en el ADN que pueden provocar cáncer. Descubrimos que el daño al ADN ocurre no solo en las células infectadas, sino también en las células vecinas, que son testigos de la infección. Esto es importante porque podría explicar por qué la mayoría de los cánceres de vejiga no presentan signos del virus cuando se diagnostican muchos años después».

Infancia y virus BK

Tras contraerse en la infancia, el virus BK suele permanecer latente en el riñón. En particular, para los pacientes con trasplante de riñón , este puede ser un momento de ansiedad. Las infecciones por el virus BK no presentan síntomas evidentes, pero el conocimiento sobre el virus ha mejorado gracias a las experiencias de los receptores de trasplante de riñón que deben tomar inmunosupresores para evitar que el sistema inmunitario ataque a su nuevo riñón.

Los inmunosupresores pueden permitir que el virus BK latente se reactive, dañando los riñones, el uréter y la vejiga. De esta forma, el trabajo actual sobre prevención del cáncer de vejiga insta a las personas a dejar de fumar. Estos hallazgos brindan una nueva oportunidad para ayudar a prevenir el cáncer de vejiga mediante la identificación y el control temprano del virus BK.

Simon aporta: «Este es un cambio importante en nuestra perspectiva sobre el origen del cáncer de vejiga. Dado que los receptores de trasplante de riñón se ven afectados por el virus BK y tienen tres veces más probabilidades de desarrollar cáncer de vejiga , sospechábamos que el virus BK estaba involucrado, pero desconocíamos cómo».

«Ahora podemos ver cómo el virus BK puede contribuir al cáncer de vejiga, tanto en receptores de trasplantes como en la población general, y explicar por qué los tumores no muestran rastros del virus años después. Esto nos motiva a buscar estrategias de prevención tanto para el cáncer de vejiga como para el daño renal causado por el virus BK», insisten los autores.