El cuerpo humano funciona como un sistema integrado donde la mente y los órganos mantienen una comunicación constante y bidireccional. Durante décadas, la medicina occidental había separado tajantemente lo físico de lo psicológico, tratando al cuerpo como una máquina independiente de las emociones y pensamientos. Sin embargo, el avance de la neurociencia y la investigación médica ha demostrado que esta división es artificial: el cerebro y el sistema digestivo mantienen un diálogo permanente a través de una compleja red de neurotransmisores, hormonas y señales nerviosas.
Esta comunicación cobra especial relevancia cuando hablamos de somatización , ese proceso mediante el cual el malestar emocional se traduce en síntomas físicos reales y medibles.
El estómago, que alberga millones de neu

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