Para explicar mejor el problema, utilicemos una analogía: imaginemos que un campo con las condiciones ideales para el cultivo se comporta como una olla con agua calentándose. Hasta cierto punto, una temperatura moderada calienta el agua para cocer la comida; pero si el fuego se descontrola, todo se quema. Eso mismo pasa con nuestros cultivos: un poco de calor les va bien, pero demasiado los daña. Y hoy estamos al límite.
Con cada décimo de grado que sube la temperatura media global , los suelos se resecan, la lluvia se vuelve irregular y los días muy calurosos frenan el crecimiento de plantas.
Aun cuando los agricultores siembran y riegan como siempre, el clima los traiciona: la planta "suda de más", no produce bien, o directamente no da fruto.
Cultivos en jaque: “menos cosechas” en

Meteored

Infobae
Raw Story
The Conversation
America News
New York Post