La irrupción de las herramientas de IA generativa trajo beneficios a la vida cotidiana de las personas: desde potenciar la creatividad hasta ayudar con tareas digitales que antes llevaban horas, los chatbots y modelos de lenguaje revolucionaron la forma en que trabajamos , estudiamos y producimos contenido.

Sin embargo, esa misma expansión abrió discusiones profundas sobre la propiedad intelectual de los contenidos producidos por algoritmos, el impacto en el sector laboral y, sobre todo, el consumo energético de los servidores y centros de datos que alimentan y sostienen esta tecnología.

Sam Altman , CEO de OpenAI, se metió en esta discusión pública y reveló datos concretos sobre el gasto real de cada consulta al chatbot de su empresa, ChatGPT.

Cuánta electricidad impli

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