Por Catalina Jaramillo Uribe

Hay momentos que llegan sin anunciarse y, aun así, redefinen una temporada. Así ocurrió con el Bogotá Fashion Weekend 2025: un espacio donde la creación colombiana recuperó algo más valioso que la novedad, reencontró su sentido. Cuando la moda es auténtica, rigurosa y honesta, vuelve a ser lenguaje.

Llegué sin expectativas, sin cronograma exhaustivo, sin la obligación de estar en todas partes. Llegué desde la intuición, y quizá por eso encontré lo que suele perderse entre la velocidad de la industria: claridad. Recordé que “la moda no es un espejo; es un refugio donde las historias encuentran forma”. Y, por primera vez en mucho tiempo, sentí que volvía a hablarnos.

Vi diseñadores -como Faride Ramos- cuyas piezas dialogaban con lo global sin desprenderse

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