Antes de que los aranceles del presidente Donald Trump entraran en vigor este año, la fábrica de Chicken of the Sea en Lyons, Georgia, operaba a toda velocidad sus líneas de producción, enlatando suficiente atún importado para acumular inventario de cuatro a seis meses en almacenes de todo Estados Unidos.
Fue un esfuerzo para mitigar el efecto de los aranceles, y funcionó, temporalmente. Pero una vez que el presidente impuso esos elevados gravámenes a nivel mundial, los costos del pescado, el aceite de oliva y las latas de acero que necesita la fábrica aumentaron. La producción se ha ralentizado, y la fábrica ha reducido su horario de atención a cuatro días a la semana en lugar de cinco.
Chicken of the Sea ha liquidado todo el inventario que tenía acumulado antes de los aranceles. Los

Clarín Mundo

Infobae
Minuto Uno Economía
CNN
NBC News
NBC Sports Soccer