En 1949, toma un autobús y tarda cuatro días en atravesar los Estados Unidos; su objetivo: buscar editoriales en Nueva York para publicar los relatos a los que ha ido dando forma, desde que la revista “Amazing Stories”, pionera en lo que se dio en llamar “science-fiction”, le cautivara desde niño. Toda una vida más tarde, en la introducción de “El maravilloso traje de color vainilla” (Minotauro, 2003), que incluyó tres obras teatrales, dio una definición de su género predilecto: «La ciencia ficción es lo que le ocurrió a la magia cuando pasó por las manos de los alquimistas y se convirtió en historia futura». Pero a Bradbury no le sería fácil consagrarse a ella: sin dinero para ir a la universidad, en 1938, tendría que vender periódicos en la calle durante tres años en Los Ángeles, ciuda

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