Colombia está viviendo una nueva época dorada del cacao, y esta vez el protagonismo no lo tienen los departamentos tradicionales. Nariño y Putumayo empiezan a consolidarse como dos de las regiones emergentes más importantes para el cultivo de cacao de aroma fino y sabor especial, impulsando economías rurales, proyectos de paz y nuevas rutas de turismo agroexperiencial.

En los últimos cinco años, asociaciones campesinas y colectivos de mujeres cacaoteras han logrado elevar los estándares de producción, mejorando procesos de fermentación, secado y control genético. Esto ha permitido que el cacao sureño sea evaluado por compradores internacionales como uno de los más aromáticos del país, destacando notas florales, frutales y un amargor moderado muy apreciado por chocolaterías artesanales de

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