Aunque su biografía dice que lo descubrió Raúl Lavié siendo aún más pequeño, su primer espaldarazo importante lo recibió cuando un periodista musical muy reconocido y un productor artístico/discográfico supieron de él y decidieron darle un empujón. Lo trajeron a Buenos Aires desde la ciudad de Ingeniero White donde vivía, lo acompañaron en la grabación de su primer disco –Para cantar he nacido, de 1997- y con apenas 13 años, lo acercaron a León Gieco, que lo apadrinó en aquellos comienzos y lo hizo salir sin paradas al ruedo grande.

Pintos se presentó en un lugar inédito para él: Ciudad Universitaria.

Por esa época, le tocaba “competir” en mundo del folklore con una Soledad Pastorutti que ya estaba haciendo ruido y con el lujanense Luciano Pereyra, en ese subrrubro que fuera el muy exito

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