Llevó siempre el nombre de Salamanca por bandera, la convirtió en su estandarte y estuvo vinculado a ella a pesar de vivir a cientos de kilómetros. Pero Silvestre Sánchez Sierra siempre estuvo en Salamanca a pesar de la distancia. Si alguien acudía a su mítico restaurante de la Barceloneta y era salmantino, se encontraba una amabilidad y hospitalidad todavía mayor a la que de por sí lo caracterizaba. Por ello, no es de extrañar que cientos de personas hayan acudido al Tanatorio San Carlos Borromeo de Salamanca para despedirlo.
Con Barcelona y Salamanca en el corazón, el empresario charro tuvo un velatorio previo en la Ciudad Condal antes de que sus restos mortales llegasen hasta la capital de su provincia. Una última despedida que congregó a cientos de personas , entre ellas pers

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