Michoacán sigue siendo uno de los estados más violentos de México. Sigue siendo territorio donde el crimen organizado, no el Estado, ejerce soberanía. Sigue siendo laboratorio de ingobernabilidad.

Mientras en Palacio Nacional celebraban siete años de la Cuarta Transformación exhibiendo el Plan Michoacán como logro de seguridad, en Coahuayana explotaba un coche bomba frente a la policía comunitaria.

La simultaneidad no es coincidencia: es la verdadera cara de una política de seguridad que no existe.

No existe porque renunció a existir. Porque fue capturada antes de nacer.

Lo que ocurrió en Coahuayana no es una falla táctica del Plan Michoacán: es su revelación definitiva como fraude institucional.

En este territorio donde el crimen organizado financia campañas y controla territorios, l

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