Cada diciembre, el cielo se ilumina con destellos y estallan los sonidos de los fuegos artificiales que acompañan las celebraciones del 24 y el 31. Sin embargo, mientras muchas familias disfrutan, cientos de mascotas especialmente perros y gatos viven momentos de intenso miedo, estrés y trauma debido a estos sonidos.

Los especialistas explican que los perros poseen un oído mucho más sensible que el de los humanos, capaz de percibir sonidos a mayor distancia y en frecuencias más altas. Esto hace que las explosiones repentinas de los fuegos artificiales resulten abrumadoras, generándoles ansiedad, desorientación y, en muchos casos, reacciones físicas como temblores, salivación excesiva, taquicardia y, en situaciones extremas, intentos desesperados de escapar.

Durante las fechas decembrinas

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