Miles de almas entregadas recibieron a Robe en el gijonés Parque de los Hermanos Castro el 12 de julio del año pasado. Asistían sin saberlo al que sería el último concierto en Asturias del apóstol maldito de eso que llamaron rock transgresivo, poco antes de que suspendiese su gira por sus problemas pulmonares, y volaron de su mano en una noche ya imposible de olvidar. Casi tres horas de música para ensanchar el alma que comenzaron con sus 'Destrozares' y siguieron con 'Adiós, cielo azul, llegó la tormenta'. Rockeros impenitentes que se desgañitaron con la banda sonora de varias generaciones, porque tampoco faltaron temas míticos de Extremoduro como 'Jesucristo García', pero también nuevas incorporaciones a la religión de quien fundía, como nadie, la furia y la ternura, la rabia y el amor.

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