En Talcahuano, una familia que acababa de despedirse de su hija de 5 años tomó una decisión tan noble como desgarradora: donar sus órganos para que otros niños pudieran seguir viviendo. Entre ellos, un hígado compatible para una pequeña de solo 2 años, cuya vida ha sido una carrera contrarreloj desde su primer mes de vida.

Sin embargo, esa esperanza se quebró en cuestión de horas, no por falta de voluntad médica ni por ausencia de un donante, sino por una cadena de negligencias que dejó al órgano sin traslado posible desde Concepción a Santiago.

A pesar de que la procuración se efectuó pasado el mediodía del miércoles, ninguna autoridad logró asegurar un vuelo dentro de la ventana de 12 horas que mantiene viable al órgano.

Existe todo un procedimiento reglamentado bajo estrictos protocolos, especialmente para evitar cualquier suspicacia en torno al trasplante, lo que incluye que el Estado se hace cargo de todos los costos médicos, incluido el procuramiento del órgano, su traslado y la cirugía donde se realiza el trasplante.

Como un director de orquesta, todo es dirigido por una Coordinación Nacional que entra en acción, apenas se conoce la posibilidad de que haya un posible donante. Su rol es -valga la redundancia- coordinar los equipos médicos para extraer los órganos del donante y enviarlos a los distintos centros de salud donde hay pacientes que son compatibles para recibirlos. Allí, otro equipo médico ya está listo para efectuar la cirugía de transplante, tomando en cuenta que es una carrera contra el tiempo, especialmente con los órganos que tienen una ventana menor de tiempo fuera del cuerpo.

Desde el Ministerio de Salud explicaron que primero se intentó un vuelo comercial y luego se activó el protocolo con Senapred, pero tampoco hubo aeronaves disponibles. Según fuentes de Radio Bío Bío, el Estado Mayor Conjunto -que incluye a todas las ramas de las Fuerzas Armadas- solo ofrecía un vuelo a las cinco de la mañana, cinco horas después del límite.

No obstante, en paralelo, la Armada confirmó que jamás fue requerida, pese a tener su base a minutos del hospital Las Higueras.

Así como tampoco se recurrió a privados, como la agrupación “Médicos del Aire”. “Nosotros podríamos haber hecho este vuelo sin ningún problema. Nadie nos contactó ni a nadie de los Clubes Aéreos de Carriel Sur en Concepción”, señalaron en sus redes sociales.

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La menor receptora, diagnosticada con síndrome de Alagille desde su primer mes de vida y séptima en la lista de espera, continúa en casa, aislada para no enfermarse y a la espera de un llamado que esta vez tenga una buena noticia y no solo falsas esperanzas.

El Ministerio de Salud y el Servicio de Salud de Talcahuano han mantenido silencio sobre el “hígado perdido”, así como tampoco se han referido al caso desde Senapred. Mientras, las dudas se multiplican. ¿Quién debió gestionar el traslado? ¿Se agotaron realmente todas las opciones?

Por ahora, desde el Servicio de Salud Talcahuano emitieron un comunicado donde se resalta haber podido realizar dos trasplantes con parte de los órganos que fueron procurados, pero sin abordar la negligencia inexcusable.

La familia de la donante, aún en pleno duelo, no ha emitido declaraciones. Su gesto generoso, capaz de salvar vidas incluso en el dolor más profundo, terminó vulnerado por una burocracia que falló en lo esencial: garantizar algo tan simple como que un órgano vital llegara a destino en un viaje de apenas 1 hora en avión.

No era un paquete, ni un trámite más. Era la oportunidad de que una niña pudiera celebrar nuevos cumpleaños, acudir a su primer día de clases, seguir sonriendo junto a los suyos. Una oportunidad que se perdió por una cadena de omisiones que hoy golpea con fuerza a un país cansado de explicaciones tardías.