Para Rodrigo Barba Velázquez, de 44 años, la cocina no es un sólo negocio, sino un acto de servicio, una terapia y una manera de rendir tributo .
Miembro de la Asociación Coahuilense de Parrilleros y juez certificado internacional de parrilla y ahumados, su trayectoria está intrínsecamente ligada al humo y la leña. Es restaurantero y ha dedicado más de una década a perfeccionar una de sus recetas estrella: el lechón ahumado. Un platillo que gracias a la técnica utilizada, hace destacar el auténtico toque ahumado al ataúd.
La pasión culinaria se remonta a sus raíces en la infancia, al lado de su madre María Patricia Barba, quien ya no está, pero que se mantiene viva en legado y memoria a través de cada receta.
A lo largo de su vida, la cocina ha sido el constante punto de reunión

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