La desesperanza aprendida es un concepto de las ciencias del comportamiento que describe el proceso por el cual las personas aprenden que sus acciones no influyen en los resultados, incluso cuando objetivamente podrían hacerlo. El psicólogo estadounidense Martin Seligman observó, a fines de los setenta, que la exposición reiterada a situaciones que contradigan resultados esperados, generan pasividad y deterioro emocional.

Lo trascendente para la vida colectiva es que este aprendizaje produce tres efectos principales en las personas: un déficit motivacional, evidenciado con dejar de intentar; un déficit cognitivo, que no es más que la dificultad para reconocer oportunidades de cambio y consecuencias emocionales asociadas a la depresión y la ansiedad originada por la falta de previsibilidad

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