En la era de los mercados digitales y la hiperconectividad, la riqueza ya no se mide únicamente en lingotes de oro, acciones o propiedades. El activo más valioso de cualquier empresa es invisible y se trata de la reputación. En 2025, ese intangible se ha convertido en el nuevo oro que determina el destino de corporaciones, líderes e incluso países.
Los últimos años han demostrado que una crisis de confianza puede destruir en días lo que tardó décadas en construirse. Una marca con balances sólidos pero con reputación debilitada vislumbra la caída de sus acciones, perder inversionistas y cerrar oportunidades globales. En contraste, compañías con visión estratégica y manejo profesional de su imagen han multiplicado su valor gracias a la confianza que transmiten.
La economía actual castiga l