Un lugar ideal para aprovechar a desconectar del ruido de la ciudad, en plena ciudad. Detrás de las históricas paredes del Monasterio Santa Catalina, construido en 1745 como convento de mujeres, se esconde un simple bistró que aprovecha la intimidad de sus jardines para el disfrute de porteños y turistas.
“Este monasterio fue escenario de un hecho histórico muy importante: en 1807 fue ocupado por las tropas de la segunda invasión inglesa”, cuenta a Revista GENTE la periodista Mariela Blanco .
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“Si bien las monjas no fueron agredidas por los soldados, el convento sufrió destrozos y saqueos. Las 70 religiosas que vivían en el monasterio fueron rescatadas por